La película, dirigida por Alejandro Gómez Monteverde y producida entre otros por Jim Caviezel y Eduardo Verastegui, quienes también actúan, está basada en unos hechos acontecidos en el siglo XX que siguen ocurriendo en la actualidad.

Sound of Freedom” –“Sonido de Libertad” en español– fue una de las sorpresas en las taquillas de Estados Unidos el pasado mes de julio, cuando, pese a coincidir en tiempo y espacio con las superproducciones Barbie y Oppenheimer, consiguió más de 100 millones de dólares el primer fin de semana. La obra relata la historia de Timothy Ballard, un exagente de Seguridad Nacional en Estados Unidos que abandona su prestigioso puesto de trabajo por una causa poco visibilizada a nivel mundial: el tráfico de menores.

Caviezel retrata a Timothy Ballard, un agente federal que creció a mediados del siglo XX en Estados Unidos. Por circunstancias externas que lo interpelan, decide abandonar su puesto y dedicarse a la persecución de líderes de trata de menores. La película narra el primer rescate que el protagonista lleva a cabo, que salva a dos hermanos hondureños traficados y explotados sexualmente en Colombia. Con gran detalle, se muestran traumáticos episodios que marcan las vidas de las víctimas del tráfico, realidad enterrada por los medios y la propia sociedad.

“Es paradójico. La esperanza coexiste con la tragedia. La película expone un tema de suma profundidad y dureza, una de las realidades que padece el mundo, pero, por otro lado, pretende reflejar enteramente la existencia de la esperanza”, asume una joven que asistió a ver el filme durante las escasas dos semanas en las que se proyectó en los cines de España. “No solo se rescata a un par de niños despojados de su libertad, sino que también se reestructura una familia, un sentido, una vida”, añade. Caviezel invita a participar en la “esperanza” como parte de la solución: “Supongo que algunos de ustedes se sentirán conmovidos, quizás abrumados o incluso con una sensación de miedo, lo cual es comprensible, pero vivir con miedo no es una manera de resolver este problema; lo es vivir con esperanza, es creer que podemos cambiar las cosas, porque podemos hacerlo”.

La producción no sólo busca la crítica de una realidad directamente relacionada con la esclavitud, abuso y anulación del menor, sino que, a su vez, pretende concienciar al público sobre la problemática que expone. El mensaje de la trama se recoge en una sencilla pero potente afirmación: “Los niños de Dios no están en venta”.

La productora The Fox contribuyó a que la película pudiese ser finalizada y promocionada con éxito. Sin embargo, según el propio Eduardo Verastegui, con el proyecto ya finalizado, se presentaron múltiples dificultades que imposibilitaron su estreno hasta este año: “Toqué puertas en Netflix, Amazon, y otros estudios, y nadie estaba interesado”. Un año después, en 2019, Disney compró The Fox, lo que provocó que la película y la totalidad de sus derechos pasaran a ser de su propiedad. Verastegui confiesa que el gigante audiovisual fue muy sincero y se desvinculó del proyecto. Los productores de “Sound of Freedom” siguieron en su lucha por encontrar un contrato de distribución con otro estudio hasta que finalmente dieron con Angel Studios –que también ha producido la reconocida serie The Chosen–, una cadena y productora que, pese a sus bajos recursos, estuvo dispuesta a colaborar y promocionar el proyecto.

“No tenemos los recursos de los grandes estudios para promocionar esta película, pero les tenemos a ustedes y les pasamos el testigo, ustedes, son los narradores que pueden conseguir que la gente venga a ver esta película al cine”, concluyó el productor y actor de Sound of Freedom.

Una respuesta a ““Sound of freedom”, verdadero reflejo de la esclavitud en el siglo XXI”

  1. Increíble

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