El europarlamentario analiza su carrera profesional en relación a su familia, desde sus comienzos como juez en Lanzarote hasta la alcaldía en Sevilla y el ministerio del Interior con Rajoy en 2017

Juan Ignacio Zoido (Montellano, Sevilla, 1957) es miembro del Partido Popular (PP) en el Parlamento Europeo. Estudió Derecho en Granada, carrera que finalizó en Sevilla. Sacó las oposiciones de judicatura. Fue juez en las Islas Canarias. Ganó tres elecciones seguidas en el municipio de Sevilla, donde fue alcalde de 2011 a 2015. En octubre de 2017, fue nombrado ministro del Interior por Mariano Rajoy, en la época del secesionismo, los atentados de Barcelona y Cambrils y la moción de censura. Ahora se encuentra en Bélgica. Pero, sobre todo, es un hombre de familia. Es creyente y confía en que sigue habiendo una manera de hacer buena política.

En 1983, debuta como juez en Lanzarote. En 1987, accede a la condición de magistrado en Tenerife. Quería preguntarle, después de su trayectoria en el mundo jurídico y la posterior política, ¿cuál es su verdadera vocación, lo judicial o lo político?

Bueno, yo creo que mi vocación es el servicio público. Yo creo que se puede servir a los demás desde muchísimas facetas, y no cabe duda que se puede servir a la sociedad solo desde lo público, sino que también desde el trato a las personas. Mi etapa como juez, en Lanzarote, a primeros del año 83, fue importantísima, porque es cuando uno pasa de ser alumno de la escuela judicial a tener inmediatamente un cargo de responsabilidad. Si tantas veces he dicho que el primer destino fue muy importante, el segundo es el que, desde un punto de vista judicial, quizá me marca más. Estuve casi cuatro años en el Juzgado de Utrera, que en aquella época era de los Juzgados que más trabajo tenía y fue donde pude terminar mi formación judicial. Me encontré con funcionarios y abogados que estuvieron pendientes de mí y que no solo trabajaban en Sevilla capital, sino que también en Utrera. Ahí aprendí mucho, asumiendo responsabilidades. En Utrera tengo mi mejor etapa como juez y asciendo a magistrado. De ahí, me voy a Tenerife, donde estoy en el Tribunal. Pero tenía la ilusión, desde el punto de vista personal, familiar, de volver cuanto antes a Sevilla. Tuve la oportunidad de volverme a Sevilla, al Juzgado de Primera Instancia, donde estuve desde finales del año 87 hasta finales del 89. Desde el 89 hasta el 92, estuve destinado en un Juzgado de lo penal, para posteriormente obtener la condición, después ser nombrado por todos los miembros de la Junta General de Jueces, de ser juez decano en Sevilla. De ahí, pasé a un perfil más político, por así decirlo. Pasé a ser el director general de Relaciones por la Administración de Justicia, con José María Aznar. Pero insisto, la labor de servir a la sociedad se puede hacer de muchas maneras, con ese cargo, o como los procuradores o los funcionarios que estaban allí también. A partir de ahí, desempeñé una actividad pública. En la calle, pasas del anonimato a ser una persona conocida. Se tiene una mayor exposición pública, pero en cuanto a la dedicación y a la responsabilidad se tiene la misma vocación en la parte judicial y en la política.

Es muy interesante lo que comenta de la vocación por el servicio público. En el prólogo del libro que se escribió sobre su vida, Carlos Herrera utilizó la expresión “te mueves más que Zoido”, ¿de dónde surge ambición para estar aquí y allí, siempre trabajando y disponible para los demás?

Yo creo que es la responsabilidad la que te hace que en cada momento tengas que asumir las obligaciones y que te dediques a hacer lo que estás haciendo. Si estás siendo juez, que atiendas las tareas del juzgado; si estás siendo político, que prestes atención a las necesidades de la gente. Tienes que estar muy atento. Yo, cuando fui alcalde de Sevilla, tuve que recorrer y pisar todos los barrios de mi ciudad, para estar más cerca de las personas. En las distintas facetas que puede haber, tanto en el estamento jurídico o judicial como en el aspecto político, hay que saber hacer bien las cosas. En mi etapa como juez y como magistrado, y en la posterior como alcalde del Ayuntamiento de Sevilla, había siempre muchos problemas. Entonces, uno tenía que estar muy atento, saber escuchar, que es distinto a oír. Por tanto, una cosa muy importante era el ser capaz de encontrar soluciones a estos problemas. Es fundamental aprender a buscar soluciones.

A raíz de esto que comentábamos, entre los años de 2011 y 2018, en los que estuvo muy activo dentro de la política de Sevilla y de España, ¿cómo relacionaba su vida tan atareada con su vida de familia?

Bueno, la verdad es que muchas veces la familia es la gran sacrificada. Soy consciente de que muchas veces ha sido muy difícil para ellos, porque han sido los que más han sentido que muchas veces yo no estuviera. En estos casos, la familia es sin duda la más sacrificada. No obstante, mi mujer siempre me ha ayudado y ha sido la que más me ha posibilitado que me pudiera dedicar en cuerpo y alma al trabajo. La familia siempre ha sido muy importante para mí. Mi madre fue la que me cuidó, porque mi padre falleció pronto, y siempre tengo ese cariño porque sé lo fundamental que es. Ellos lo han sabido entender, han comprendido muy bien que es un sacrificio por mejorar la vida de los demás. Sin embargo, en los últimos años he querido devolverles eso, algunos momentos en los que quizás no he podido estar, y he decidido que no le voy a restar más tiempo a la familia.

En una época tan convulsa que le tocó a usted en la política, aparte de la familia, ¿cuál era su forma de evadirse de la rutina laboral?

Bueno, no es evadirse de la rutina, es más evadirse de los problemas. Era difícil, muy difícil, evadirse de los problemas. Algunas veces se dice eso de “de todo se sale”, y no es así. Hay que aceptar que hay situaciones complicadas y saber encontrarles solución. Sin embargo, nunca me he podido aburrir en mi trabajo, siempre tenía algo que hacer. Y eso, de alguna manera, era una forma de tener la cabeza solo en ese sitio y poder hacer bien mi trabajo. Uno siempre se preocupa por que puedan resolverse pronto los problemas y que no se perjudique a nadie. Por tanto, es importante estar al servicio de la sociedad y estar atento a los problemas. Aunque sean situaciones difíciles, hay que saber afrontarlas.

En 2011, toma el cargo de alcalde en el Ayuntamiento de Sevilla, ¿qué supone esto? ¿Es un antes y un después en su carrera?

Yo creo que lo que supuso para mí en la vida municipal un antes y un después no fue precisamente cuando fui alcalde, sino cuatro años antes, cuando gané las elecciones contra todo pronóstico, porque era un candidato nuevo y el Partido Socialista venía gobernando desde hacía muchísimo tiempo. Gané las elecciones, pero los pactos del PSOE con Izquierda Unida me impidieron ser alcalde. Pero lo que más me marcó fue el respaldo que sentí, el apoyo de la gente. Vi la confianza de la gente. Entonces, pensé “me quedo aquí pase lo que pase” y ese fue un punto de inflexión. En 2011, fui alcalde por mayoría absoluta, cosa que no había pasado en muchísimos años. Cuando llegué, me encontré una situación muy difícil. Había una gran crisis económica y la Junta, que por aquel entonces la gobernaba el Partido Socialista, no se abrió y no ayudó nada. Estaban todas, todas las empresas públicas en pérdidas. Se había producido un enorme déficit y el Gobierno en Sevilla había mirado para otro lado. Cuando hubo elecciones otra vez a los cuatro años, volví a ganar, pero sin mayoría absoluta. El pacto del PSOE, IU y de Podemos acabó con la posibilidad de ser alcalde de nuevo. El PSOE e IU han vuelto a arruinar la ciudad. Por tanto, dejé mi puesto. Pero el compromiso estuvo y estará siempre. Ya llegó un punto en el que tenía que ser relevado y era difícil mantener la llama viva. Sevilla necesita un gran Gobierno por la gran ciudad y la gran capital de comunidad que es.

En 2017, retoma un cargo público más reconocido, cuando Mariano Rajoy le llama para ser ministro de Interior. Eso ocurre en una época en la que se está produciendo el referéndum ilegal en Cataluña y también una época en la que se dudaba de los candidatos que elegiría Rajoy para su Gobierno, porque se intuía que los más cercanos a José María Aznar no iban a ser contados por el presidente. ¿Cómo valora esa situación?

Bueno, pues yo he servido a España desde la política con los Gobierno del presidente Aznar y de Mariano Rajoy. Los dos Gobiernos han tenido momentos difíciles y he tenido muy buena relación con los dos. Aznar tuvo una etapa complicada porque tenía que tomar medidas urgentísimas con la llegada del euro y debía colocar a España en una posición óptima de cara a Europa. Es cierto que, con Felipe González, España entra en la Unión Europea, pero el momento de Aznar fue muy importante por el cambio de la moneda. Con Rajoy, el Gobierno venía de una crisis muy grande y tuvo que saber sacarlo de ahí. Por tanto, son dos presidentes y dos Gobiernos que pasarán a la historia por haber tenido que recuperar la economía de nuestro país. Han sido dos etapas muy importantes y han sido dos grandes líderes. En 2017, yo recibí la llamada de Rajoy, y lo hice con sorpresa porque, aunque alguna quiniela pusiera que yo era candidato, yo no me lo esperaba para nada. Cuando me dijo el ministerio para que el que había pensado que yo le acompañara, pensé que era una gran responsabilidad, pero lo asumí. No era un ministerio fácil, tuvimos muchos problemas. La ETA todavía no había entregado todas sus armas, tuvimos el problema del secesionismo en Cataluña y una situación muy complicada y compleja tras la condena de los Tribunales a los artífices del referéndum. Además, hubo dos atentados y tuvimos que lidiar con la situación de los terroristas yihadistas, porque en aquel momento el ISIS estaba en plena efervescencia, con muchos ataques en toda Europa. Fue una etapa de mi vida de mucha responsabilidad, muchas horas sin dormir y en la que había pocas personas a tu lado, porque había algunas informaciones que no se podían compartir y era muy duro. Pero yo creo que cuando uno asume esa responsabilidad y es consciente de la situación, puede hacer bien su trabajo. Si, además, como en mi caso, tienes fe, también te da una fuerza en los momentos difíciles que te ayuda enormemente para superar las circunstancias adversas.

“Busca la fe, porque merece la pena”.

Juan Ignacio Zoido, exalcalde de Sevilla y exministro del Interior, actualmente eurodiputado popular

Habla de fe. En el libro que hemos comentado, se adentraba mucho en la profundidad espiritual que usted tiene y en cómo le dedica tanto tiempo y fervor a la fe. ¿Qué papel tiene Dios en su vida?

Pues he de decir que para mí es fundamental. Él fue el primero cumplir y lo hizo sabiendo llevar la cruz. Hay cosas que le damos mucha importancia y verdaderamente no la tienen. Él sí tuvo importancia. Por tanto, yo creo que la fe me ha ayudado siempre. En mi vida personal, profesional, familiar y siempre me ha dado muchas fuerzas. En las circunstancias adversas que he podido tener, como todas las personas, las he superado gracias a la fe. Por eso, si me preguntan por un consejo, les digo: “Busca la fe, porque merece la pena”.

¿Cuál es el momento más duro de su carrera?

Bueno, yo no podría decir ninguno. Uno solo no lo podría decir. En mi carrera profesional, he tenido momentos muy duros, con decisiones muy difíciles que tomar, y en la vida política ha habido veces que yo quería hacer cosas y estas no se podían llevar a cabo. Pero nunca se me han caído los anillos. Había veces que por más que quisiera hacer algo no había dinero. En ocasiones, algunas instituciones nos tuvieron que ayudar en el Ayuntamiento y, en especial, los Servicios Sociales, a los que siempre agradeceré el esfuerzo que hicieron para que a cada niño no le faltara un juguete en Navidad. Gracias a los esfuerzos de muchas personas a las que fuimos capaces de implicar, hemos ayudado bastante. He tenido momentos muy duros en la vida judicial, teniendo que dar una orden judicial grave, cuando he tenido que acompañar a familiares a la oficina de la Guardia Civil porque habían asesinado a alguien. El día más difícil fue cuando tuve que estar con la familia de Gabriel, aquel niño al que vilmente una mujer asesinó. Es muy duro ver cómo lo pasa la gente y algunas injusticias que he tenido que vivir. El 1 de octubre, algunos accidentes, familiares de asesinados, fueron situaciones difíciles.

Me ha hablado de situaciones duras en su carrera. En octubre de 2017, cuando se produce la secesión, condenan a los políticos catalanes. Algunos, como Puigdemont están fuera…

Sí, a él lo tengo en el Parlamento Europeo, aquí. Y a veces me lo cruzo. Y me da mucha pena porque España es una democracia plena. La Justicia belga no nos ha querido entregar a Puigdemont y ayudar a que cumpla su condena. Me da tristeza ver el que, en un espacio jurídico y de justicia como la Unión Europea, se puedan producir estas circunstancias.

X: zoidoji

¿Cómo valora la reciente toma de decisiones del Gobierno y la implementación de nuevas leyes que cambian el sistema jurídico-legal conocido hasta ahora?

Bueno, las valoro como una huida hacia adelante, una falta de un proyecto común para España y para la sociedad. Todas estas leyes son la respuesta al propio fracaso político del Gobierno. No tiene sentido revolver el pasado ni abrir heridas antiguas. Así solo demuestran su intención de mantenerse en el poder, abrir las familias. Es el momento de decir “¡basta ya!” a que se tomen medidas que solo tienen un carácter ideológico y que desde luego la mayoría de la gente no está de acuerdo con ello. Se está permitiendo el delito de sedición, que rompe el Gobierno y que va en contra de la Constitución. Ni siquiera hay un texto por parte del Gobierno de España que informe sobre lo que están haciendo. Son leyes ideológicas que hacen que aquellos que quieran que se rompa España lo consigan, que no son otros que aquellos que fueron condenados por el Tribunal Supremo y que fueron reportados sin pedirlo, que eso no le pasa a nadie. Son leyes oportunistas que van a producir un daño a la sociedad y que rompen la nación.

Y, por último, ¿cree que sigue habiendo buenos políticos?

Por supuesto. Por supuesto que hay buenos políticos, y, sobre todo, hay políticos muy honrados. Hay políticos que no cobran absolutamente nada. Son concejales que están en los pueblos y, gobiernen o no gobiernen, hacen lo mejor y trabajan muy honradamente. En los pueblos de 200, 300 habitantes, y en las grandes ciudades. Lo que hace falta es más respeto por la clase política. Unas manzanas podridas no pueden, por así decir, infectar a toda la clase. Cuando se ve que están podridas, lo primero que hay que hacer es apartarlas. Por eso, el Partido Popular, cuando gobernó, lo primero que hizo fue subir las penas del delito de malversación. Porque lo que tienen que hacer es dedicarse y hacer bien su trabajo. Y, ¿el PSOE qué es lo que intenta? El Partido Socialista lo que está haciendo es eliminar el delito de sedición y quitar el delito de malversación. Pero, sin duda, hay buenos políticos todavía, políticos que hacen muy bien su trabajo y que siguen haciendo que yo confíe en la clase política.

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