La fiesta a la Virgen fue proclamada dogma de fe en 1854

Esta fiesta nacional que se celebra el 8 de diciembre es una tradición que se remonta a 1854, cuando el Sumo Pontífice Pío Nono anunció: “Declaramos que la doctrina que dice que María fue concebida sin pecado original es doctrina revelada por Dios y que a todos obliga a creerla como dogma de fe”.

Esta fiesta fue iniciada en 1476 por el Papa Sixto IV, y Clemente XI la hizo universal en 1708, consiguiendo que fuera día de precepto, y fue en 1854 cuando Pío IX la declaró dogma de fe, cuando emitió la carta apostólica Ineffabilis Deus. Actualmente, la Inmaculada Concepción es uno de los eventos marianos más importantes de la Iglesia Católica.

La propia palabra “Inmaculada” remite a la pureza de la Virgen María, del latín “in” que significa “sin” y “macula”, mancha, es decir, sin mancha. En este día, la Iglesia hace memorial del nacimiento de la Virgen María como mujer que no conoció pecado, y madre de Jesucristo.

Durante el tiempo litúrgico del Adviento, el color que deben vestir los sacerdotes es el color morado, ya que simboliza la penitencia y el anhelo de encontrar a Jesús. Sin embargo, los sacerdotes españoles tienen el privilegio de oficiar vestidos de azul, un color característico de las representaciones de la Virgen María, durante la celebración de la Inmaculada Concepción y los ocho días posteriores.

A su vez, la Inmaculada Concepción es día festivo desde 1664, cuando el rey de España, Felipe IV, conmemoró el Milagro de Empel, sucedido en 1585. En medio de la Guerra de los Ochenta Años, el Tercio Viejo de Zamora se encontraba en la isla de Bommel, entre los ríos Mosa y Waal, en Países Bajos. Liderados por Francisco Arias de Bobadilla, fueron rodeados por la flota enemiga.

Los holandeses plantearon la rendición a los españoles, que se negaron respondiendo que preferían “la muerte a la deshora”. Las tropas holandesas decidieron abrir unos diques en el río e inundar el campamento de los españoles, lo que provocó que estos tuvieran que refugiarse en la parte más elevada de la isla.

El 7 de diciembre un soldado hispano encontró una imagen de la virgen y esta fue colocada en un altar provisional, y los españoles se encomendaron a ella. Aquella noche los vientos helados congelaron las aguas que rodeaban a los españoles, lo que permitió que pudieran caminar sobre el hielo y atacar por sorpresa a los holandeses durante la madrugada del día 8 de diciembre, que llegaron a exclamar: “Tal parece que Dios es español al obrar tan grande milagro”.

Desde ese momento la Inmaculada Concepción fue proclamada Patrona de los Tercios españoles, y en 1892, María Cristina, Reina Regente, la declaró Patrona de la Infantería española. Además, en 1760, el Papa Clemente XIII proclamó la Inmaculada Concepción como “Patrona Universal de los Reinos de España e Indias”.

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