El país, independizado y fundado en 1991 aunque sin paz completa hasta 2004, divide la zona caucásica entre Europa y Asia

La Unión Europea, gracias al fin del veto del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, aceptó el pasado jueves el comienzo de un proceso de negociaciones con Ucrania y Moldavia para la entrada de ambos países al bloque comunitario. El organismo europeo anunció empezar asimismo conversaciones diplomáticas para un futuro ingreso de Georgia en la organización. Esto llama la atención, puesto que, a pesar de que los focos recaigan sobre una Ucrania en estado de guerra, la singularidad que reside en el caso de Georgia no resulta baladí. Esto se debe a que, por primera vez en la historia, un Estado soberano no continental podría entrar a formar parte del órgano político de mayor trascendencia a nivel europeo.

El caso de Georgia no resulta tan extraño si se atiende a la situación de algunos de sus casi vecinos continentales, como Rusia, Armenia o Turquía, que durante muchos años han tenido una participación activa en asuntos de carácter europeo u occidental. Sin embargo, ninguno de los anteriores, bien por su posición geográfica en el límite de dos continentes, bien por sus conflictos internos y externos, han pertenecido nunca al máximo órgano político del Viejo Continente.

Las condiciones que impone la UE para ser miembro son “estar situado en Europa, contar con instituciones estables que garanticen la democracia, así como con una economía de mercado libre y respetar los valores de la Unión”, premisas que aún ningún país fronterizo había conseguido cumplir.  

Organizaciones internacionales

La Organización de Naciones Unidas (ONU) es la institución que se encarga de realizar los márgenes administrativos y políticos a nivel internacional y, por tanto, la que decide cuántos Estados soberanos hay. En este momento, declaran que hay un total de 193 Estados miembros y dos Estados observadores, que son El Vaticano y Palestina. No obstante, en la clasificación y enumeración de estos 193 países no se especifica a qué continente pertenece cada uno. Y aunque África, América y Oceanía sí tengan claro cuántos Estados tienen dentro de sus fronteras continentales, la línea divisoria entre Europa y Asia siempre ha sido muy fina, casi invisible, cambiante por épocas.

La ONU establece que todo Estado debe contar con cuatro características fundamentales para que se le considere como tal: gozar de una población estable y permanente; tener un territorio delimitado y un Gobierno que actúe en ese territorio; población con independencia; y contar con el reconocimiento oficial de los otros Estados.

La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), por otra parte, configura de otro modo su esquema geopolítico. 29 de sus 31 miembros son europeos y los otros dos son Estados Unidos y Canadá y, en vista del mapa dibujado por la esfera del organismo, se podría dilucidar que la OTAN aparentemente refleja el bloque occidental del mundo. Y en este cuerpo, llamado occidente, destacan algunos participantes como la intercontinental Turquía o los balcánicos Albania, Macedonia del Norte y Montenegro. Si se observa el funcionamiento y la división de países en otras organizaciones a nivel global, resaltarían las disciplinas deportivas, como los Juegos Olímpicos, la FIFA o la UEFA. En las Olimpiadas de Tokio 2020 (celebradas en 2021 por el covid), la Organización marcó en 204 la cantidad de países participantes, a pesar de algunas ausencias significativas como las de Rusia o Corea del Norte. En la FIFA, hay 211 federaciones afiliadas, dato que sobresale con respecto a las otras agrupaciones. Esto se debe, en parte, a que el máximo órgano del fútbol mundial otorga el carácter de federación a todo aquel territorio con independencia deportiva, incluyendo a Gibraltar o Islas Feroe, además de dividir el Reino Unido en Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte.

La UEFA, como organismo futbolístico de mayor relevancia en Europa, recoge a 55 naciones, entre las que se encuentran Israel (expulsada en 1974 de la Confederación Asiática de Fútbol por el conflicto geopolítico y religioso), Armenia, Azerbaiyán y Georgia (países en el Cáucaso), y Chipre, Rusia, Turquía y Kazajistán (con una pequeña parte de su territorio en Europa), además de alguna otra con rigurosa aceptación internacional, como Kosovo.

El Cáucaso y Georgia

El Cáucaso es la zona geográfica que separa Europa de Asia, y el punto donde se hallan Armenia, Azerbaiyán y Georgia entre los mares Negro y Caspio. La cordillera del Cáucaso atañe a Georgia, Rusia y Azerbaiyán.

En lo que a Georgia respecta, el país se independizó en abril de 1991 de una de las regiones de la Unión Soviética, de la que formaba parte junto a Armenia y Azerbaiyán, y tiene relativa juventud como país. Debido a su localización intercontinental, la deriva de sus mandatarios a lo largo de la historia siempre ha variado, si bien es cierto que siempre ha habido una predominancia de los imperios asiáticos sobre su territorio. La Unión Europea aceptó en 2016 a Georgia como Estado asociado, un estatus solo alcanzable para aquellos países con los que la Unión desea entablar relaciones formales y, en un futuro, admitirlos como miembros.

El 14 de diciembre de 2023, la semana pasada, cuando la UE decidió incluir a Georgia como Estado candidato, miles de georgianos abarrotaron con banderas europeas y georgianas las calles de Tiflis, capital de su país. El primer ministro georgiano, Irakli Garibashvili, ante los gritos de “¡Europa, Europa, Europa!” de su gente, manifestó que habían “logrado una victoria histórica”. “Nosotros, el gobierno y el pueblo, luchamos y trabajamos mucho para lograrlo. Lo merecimos”, añadió.

El historiador georgiano Guram Legashvili, analizó la situación y explicó que “históricamente, su país siempre ha estado en la encrucijada entre Europa y Asia”. Pero agregó: “Aunque siempre fuimos invadidos por imperios asiáticos, la elección de nuestra nación siempre fue Europa. Creo que, en algún lugar, nuestros antepasados se están regocijando”.

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