La vicepresidenta, Yolanda Díaz, visitó por segunda vez al Sumo Pontífice en El Vaticano, en un encuentro que ha despertado la polémica

La semana pasada, Yolanda Díaz – vicepresidenta segunda del Gobierno y Ministra de Trabajo – acudió a El Vaticano para visitar al Sumo Pontífice por segunda vez desde que ocupa tal puesto, y mantuvo allí un encuentro con el líder de la Iglesia Católica que ha despertado sensaciones en todos los sentidos y ámbitos. La propia Yolanda Díaz valoró el encuentro de manera más que positiva, tanto es así que en las declaraciones posteriores que ella misma realizó frente a la prensa llegó a afirmar que “el Papa Francisco es el mejor embajador del trabajo decente en el mundo, comparto con él su defensa del trabajo decente, de la dignidad en el mundo del trabajo, de la necesidad de sumar fuerzas en el conjunto del mundo y también de la defensa de una economía social y solidaria (…) He tenido una larga conversación con el Papa en la que hemos hablado de los retos que tenemos, insisto, con la humanidad”.

Ya saben ustedes que citar a la vicepresidenta Díaz puede ser, en ocasiones, una ardua tarea por motivos más que evidentes; pero lo cierto es que, esta vez, las críticas han venido más bien propiciadas por lo que la líder de Sumar ha dicho que no por lo que ha dejado de decir. Tras el encuentro entre ambas personalidades, cierto sector de la Iglesia Católica ha mostrado su descontento con motivo de que el Sumo Pontífice se haya reunido con Yolanda Díaz, quien tiene pasado conocido de militancia en el Partido Comunista Español y cuya ideología política es, de sobra, conocida por todos. Paralelamente, algunos simpatizantes políticos de izquierdas se han mostrado igualmente molestos con que la vicepresidenta visite la pomposidad de El Vaticano y se reúna con el líder de la Iglesia Católica.

El caso es que, desde ambos sectores, las sensaciones no han sido igual de positivas que las de la vicepresidenta. Ya saben aquello de que contentar a todos es imposible. Los fieles escandalizados consideran que su pastor y líder espiritual jamás debería reunirse con un personaje político como el de Díaz. . ¿Tan malo es que el Papa se vea y charle con un político por muy lejana que sea su ideología con respecto a la de la Iglesia? No, por supuesto que no.

Los católicos deberían celebrar este encuentro precisamente porque implica eso, un encuentro. Es preferible que la vicepresidente del gobierno se reúna con el Sumo Pontífice, converse con el máximo representante de la Iglesia católica y escuche lo que este tenga que decirle a que salga en Televisión defendiendo y celebrando una canción que representará a España frente al mundo y que llama orgullosamente a las mujeres “zorras”, algo que sí ha hecho, por el contrario, el presidente del Gobierno. ¿Quién sabe? Tal vez Su Santidad y la Vicepresidenta en su charla sobre el trabajo digno hayan tocado el tema de la conciliación laboral, algo que permite y propicia la vida familiar siendo la familia, como todos ustedes saben, pilar fundamental de la religión católica. Las posibilidades de encuentro y acercamiento de posturas son enormes, basta con conocer más al otro en ambas direcciones

Por eso, el hecho de que ambos se encuentren tiene que ser motivo de alegría para todos los fieles que ven como la vicepresidenta invierte su tiempo en conversar con el Sumo Pontífice y no en acometer otras tropelías. Las críticas en ese caso siguen un patrón similar a las que afectan al movimiento “Hakuna” y que vienen, también, de una parte de la propia Iglesia. ¿El argumento frente a ellas? El mismo. Puede ser que a uno no le guste “Hakuna” por motivos distintos – la forma, el contexto o la dinámica – pero todo católico debería de alegrarse de que, al menos por algunos instantes, sea un instrumento que permita a los jóvenes acercarse a Dios. Aunque solo sea por eso, alguno bueno hay. Lo mismo ha de aplicarse con la vicepresidenta, aunque sólo sea porque acuda a Roma a reunirse con el líder de la Iglesia Católica a charlar sobre diferentes temas. Si esto sucede algo bueno hay, no todos los políticos que nos gobiernan sacan un hueco en su agenda ideológica para hacer estas visitas .

A estas polémicas entre los fieles se la sumaron entonces el viento de críticas que, esta vez, soplaban desde un lugar opuesto: el elenco de izquierdas. “¿Cómo una lideresa progresista puede reunirse con el Papa?” esgrimen los propios camaradas de la vicepresidenta con incredulidad y decepción. Quizás, este infundado enfado se deba a un prejuicio o desconocimiento por parte de la izquierda con respecto a algunas de las posturas de la Iglesia Católica, posturas que trascienden al clásico enfrentamiento conservadores – progresistas y también relativas a lo temas sobre los que en dicho encuentro se habló, véase la dignidad del trabajo. Es muy probable que la izquierda que critica a Díaz no sepa qué es la doctrina social De la Iglesia, bien es cierto que la Santa Sede, hasta ahora, no había hecho mucho por darla a conocer. Es más que posible que desconozcan por completo que la propia Iglesia defiende como postura la redistribución de la riqueza, la pequeña propiedad en contra de su concentración en minorías poderosas o la justicia social, entre otras cuestiones. Planteamientos que sin duda, de conocer, no serían objeto de enfado.

Pero por eso, precisamente por eso, es bueno que la vicepresidenta se reúna con el Santo Padre, que converse con él y que pueda así, en primer lugar, acercarse momentáneamente a Dios y, en segunda instancia, conocer cuestiones como la caridad, la santificación en el trabajo o – quizás ya sea demasiado – la existencia del distributismo como sistema económico basado en la doctrina social de la Iglesia. Todo ello podrá contárselo a sus colegas de partido en la próxima asamblea. Para hablar sobre esto último, les emplazo a otro artículo de tal forma que, por un lado, les obligo a leer de nuevo El Capital si desean enterarse de qué es esto del distributismo y, por otro, me obligo a mí mismo a estudiar para poder contárselo con un mínimo de sentido.

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