El peor atentado de nuestro país cumple hoy 20 años en medio de reproches políticos.

El 11-M fue el pero atentado de Europa. Fuente: Banco Imágnes

Un día como hoy, 7:01 de la mañana, veinte años atrás. El tren de cercanías de la línea C-2 (Guadalajara-Chamartín) parte de la estación de Alcalá de Henares. A las 7:36, llega a la estación de Atocha y se detiene en el andén número dos. Una vez allí, se produce una explosión en el convoy 21431 del mismo tren que deja treinta y cuatro personas asesinadas, dando comienzo así a una tremebunda sucesión de hasta diez detonaciones en distintos trenes de la Comunidad de Madrid que supondrían el peor atentado de la historia de España registrado hasta la fecha. Hoy, 11 de marzo de 2024, veinte años y 192 personas asesinadas después, se conmemora una de las fechas más terribles para nuestro país.

Mucho se ha hablado de lo que aconteció aquel día, no menos de lo que vino después. Las actitudes posteriores al atentado de quienes ostentaban algún tipo de responsabilidad política y mediática fueron, en muchas ocasiones, deplorables. Las víctimas y la tragedia llegaron a convertirse en armas arrojadizas dentro de una enfangada lucha política y, aún a día de hoy, no hemos aprendido de los errores y seguimos viendo acusaciones mutuas entre los principales partidos, que parecen más centrados en sacar rédito de la miseria y el dolor que en reconocer y aclarar un atentado que prescribe hoy mismo y que todavía presenta algunas dudas cuestionables.

Sin ir más lejos, el pasado sábado el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, afirmaba en un mitin político del PSOE en el País Vasco que “se cumplen veinte años del 11M (…), la mayor tragedia de Europa, pero también la mayor infamia y mentira de un dirigente político en boca de José María Aznar. Es muy importante recordar aquella gran mentira (…). El acta fundacional de la derecha furibunda que estamos sufriendo en España trae causa de la gran mentira que ellos produjeron con el atentado del 11M”. Empezamos fuertes, un presidente del Gobierno haciendo uso del mayor atentado perpetrado contra su país para, veinte años después, atacar a sus oponentes. Ya saben ustedes que la política no descansa, aunque a nosotros nos convendría descansar más de ella.

¿Por qué veinte años después, sigue el 11M despertando esa agresividad política entre las dos principales formaciones? Todo tiene una explicación y, aunque los mayores lo recordarán, los más jóvenes que no vivieron aquellas fechas pueden no saberlo. Tan sólo tres días después del atentado, el 14 de marzo, se celebraban en España las elecciones generales en las que se enfrentaban por ocupar el Palacio de la Moncloa el Partido Popular, con Mariano Rajoy como candidato relevando a Aznar; y el Partido Socialista con un casi desconocido José Luis Rodríguez Zapatero a la cabeza.

El llamamiento a las urnas suponía el fin de la etapa de Aznar como presidente del Gobierno (1996-2004). Un periodo que concluía con los mejores datos económicos hasta el momento en democracia para nuestro país, datos que no hemos vuelto a conocer. Una tasa de paro del 10%, una deuda por debajo del 50% del PIB – actualmente, 109’6% – y un crecimiento económico de en torno al 3%. En cuanto al ámbito exterior y político, España mantenía una magnífica relación con EEUU, cuyo Congreso llegó a recibir entre aplausos al presidente español, algo nunca antes visto.

José María Aznar estrechando su mano con George Bush, expresidente de EEUU.

¿Las principales dificultades y controversias del Gobierno de José María Aznar? La gestión de los incidentes del Jack 42 y del petrolero Prestige ya debilitaron a los populares, pero sin lugar a dudas la decisión más controvertida de Aznar fue la participación de mil trescientos militares españoles en una misión de paz en Irak, misión que terminaría con once muertos. Las operaciones militares en Irak tambalearon, desde la calle, la estabilidad del Gobierno del PP. Con esa situación, los de Génova concurrían a las elecciones del 14 de marzo en busca de revalidar el mandato, esta vez, con Rajoy como candidato.

El Partido Socialista, por su parte, presentaba como candidato a un joven Zapatero que se había disputado las primarias del partido con José Bono, a quien terminó venciendo por tan solo un voto. Las encuestas daban una considerable ventaja de siete puntos a los populares con respecto al PSOE, y parecía claro que Rajoy resistiría las protestas contra Irak que le cedía su antecesor y ocuparía la presidencia del Gobierno. Pues bien, citando a Chesterton, “hasta aquí las verdades evidentes, de las que tanto me gustan». No son opiniones, es la realidad política en la que se encontraba España a tres días de las elecciones generales.

Un joven Zapatero acudiendo a una manifestación contra la guerra de Irak. Junto a él, otras personalidades políticas relevantes como Cándido Méndez o Gaspar Llamazares. Fuente: EFE
Un joven Zapatero acudiendo a una manifestación contra la guerra de Irak. Junto a él, otras personalidades políticas relevantes como Cándido Méndez o Gaspar Llamazares.

EL ATENTADO

Tras la explosión de las bombas colocadas en el convoy 21431 mencionado anteriormente, se producen casi simultáneamente otras detonaciones en distintos vagones. Un total de diez artefactos explotaron causando terror y muerte. En el pequeño intervalo de dos minutos – de 7:37 a 7:39 de la mañana –, ocurre la tragedia. Los medios informativos no terminan de conocer la gravedad de la situación en los primeros minutos, llegando a hablar de un posible choque de trenes o una explosión sin heridos de un vagón vacío.

En este contexto, se produce la primera declaración pública de un político tras conocerse las explosiones, que no es otra que la de José Luis Rodríguez Zapatero. El candidato socialista afirmó en Cadena SER: “Mi primera sensación es pensar en las víctimas (…) todos tenemos que acompañar con humanidad. En segundo lugar, lógicamente una reflexión clarísima: ETA ha intentado intervenir en la campaña, pediría a todos los ciudadanos que el domingo haya una manifestación masiva en las urnas y que la reacción de los partidos políticos sea compartida y conjunta, donde nadie hiciera una valoración política que pudiera dividir o enfrentar a los demócratas”.

Parece evidente esta reflexión pues, en aquel momento, en la mente de todos los españoles estaban los cuarenta años de terrorismo etarra. Los atentados de la banda vasca habían causado ya estragos en anteriores situaciones, aunque nunca de semejante calibre. Dos semanas antes del 11M, la policía interceptó una furgoneta de ETA en Cañaveras con 500kg de explosivos y distintos planos de la red del cercanías de Madrid. A Zapatero le siguieron otros políticos como Ibarretxe – en aquel entonces, lehendakari – o Gaspar Llamazares – coordinador general de IU – que dieron por sentado ante los medios la autoría de ETA. También los principales periódicos sostuvieron, desde el primero momento, esta teoría.

Portada de El País tras el 11M.

El número de víctimas crecía de manera dramática e insoportable. Un total de 10 explosivos fueron detonados en cuatro trenes distintos a hora punta en la capital de España, dejando un a 192 personas asesinadas. En palabras del entonces ministro del interior, Ángel Acebes, fue “una masacre en España”, continuando su declaración afirmando que “en esta ocasión, ETA ha conseguido su objetivo”. Así, se consagraba con el apoyo de medios y políticos de ambos lados la teoría de la autoría de ETA. La única figura política que afirmó que la banda terrorista vasca no tenía nada que ver con lo ocurrido fue Arnaldo Otegui, declaración que el propio Acebes calificó como “un proceso de intoxicación miserable para desviar la atención”.

La convicción del Gobierno central acerca de la vinculación etarra con el reciente atentado terminará pasando factura al Partido Popular. En los días siguientes y mientras la nación sigue en estado de shock por lo ocurrido, la Policía descubre una furgoneta sospechosa que es llevada a comisaría para ser inspeccionada. Dentro de ella, los agentes encuentran restos de explosivos y detonadores, pero lo más relevante, una cinta con versículos del Corán. Acebes comunica el hallazgo frente a los medios, lo que provoca un cambio radical en el tablero político.

Inmediatamente después, los medios de comunicación – especialmente Cadena SER – repitieron en bucle la existencia de rumores provenientes de lucha antiterrorista que afirmaban la inmolación de una persona en Atocha, persona que “iba muy afeitada, algo habitual en los comandos suicidas árabes”. Toda la noche, la SER repite este titular pese a que el Ministerio de Interior lo desmiente de forma constante. La versión ofrecida por el Gobierno comienza a desmoronarse. Junto a los rumores que hablaban de un explosivo no utilizado por ETA, la aparición de una bolsa de deporte con dinamita sin detonar es el golpe definitivo al relato del Ejecutivo.

En las manifestaciones convocadas, a las que acuden todos los políticos y más de dos millones de personas, comienzan a escucharse gritos de indignación que reclaman saber quién es el autor del terrible atentado y conocer la verdad de asunto. Tras las concentraciones en las calles y el posterior funeral de Estado celebrado al día siguiente – en la propia jornada de reflexión –, el secretario de organización del PSOE, José Blanco, afirma que el Gobierno está ocultando información a los ciudadanos, quienes tienen el derecho a conocer la verdad antes de acudir a votar.

La manifestación estuvo encabezada por el entonces príncipe Felipe. Allí acudieron autoridades de todos los países. Fuente: Banco de imágenes

En la propia tarde de la jornada de reflexión comienza a circular por todos los dispositivos móviles un mensaje anónimo que anima a los ciudadanos a concentrarse frente a la sede del PP para exigir la verdad. La convocatoria termina siendo un éxito, y numerosas sedes del partido de Rajoy, a escasas horas de que las urnas abran, son rodeadas por ciudadanos que no creen en la palabra del Gobierno. Horas más tarde – 00:20 –, el ministro del Interior da a conocer una noticia determinante: ha aparecido una cinta de vídeo en una papelera muy cercana a la mezquita de la M-30 tras un aviso anónimo. En dicha cinta, un supuesto representante de Al Qaeda reconoce la autoría del atentado, declarando que “es una respuesta a su colaboración con los criminales de Bush y sus aliados (…) y a los crímenes que causaron en Irak”.

La relación de causalidad entre el envío de tropas a Irak por parte del Gobierno de Aznar y el atentado del 11M termina por consolidarse en la opinión media. La autoría de un grupo terrorista islámico era ya indiscutible. En ese contexto, el pueblo español marcha a votar. Se cierran las urnas y el PP pierde lo que parecía una mayoría fuerte y holgada, mientras que el PSOE gana las elecciones pasando de 125 diputados en el año 2000 a 164 en el 2004. Zapatero se convierte en el nuevo presidente del Gobierno y Rajoy reconoce su derrota electoral frente a los medios.

Con un nuevo Gobierno socialista, la investigación continúa. El proceso judicial del 11M termina involucrando a numerosas personas y “clanes”. En el camino, un GEO es asesinado en el famoso piso de Leganés. Por la Audiencia Nacional irán pasando un elenco de personas de lo más dispar, cuyas declaraciones son, en muchas ocasiones, historias opuestas. Infiltrados de la UCO – Unidad Central Operativa de la Guardia Civil –, confidentes de la Policía, antiguos escoltas del juez Garzón, unos mineros o una cinta facilitada por la Policía italiana y terriblemente mal traducida son algunos de los elementos disparatados del juicio.

Tras sucesivas desestimaciones de pruebas – tanto documentales como testificales –, declaraciones imposibles por su no coincidencia en el espacio-tiempo y un sinfín de obstáculos, fue imposible declarar la autoría intelectual del mayor atentado de Europa. La explosión en el piso de Leganés acabó con la vida de los supuestos autores materiales del atentado, tan sólo Jamal Zougam – quien no murió en el piso –, que fue condenado a 42.922 años de cárcel tras considerarse probado que colocó el último artilugio explosivo en el cuarto vagón del tren que explotó en la estación de Santa Eugenia.

Hoy, veinte años después, el 11-M sigue sin tener un autor intelectual. A día de hoy no sabemos quién ideó el mayor atentado de la historia de nuestro país. A pesar de ello, se continúa haciendo una constante lucha política con la tragedia mientras hay algunas cuestiones que siguen planteando dudas, y no porque la gente desee alimentar ninguna teoría extravagante ni conspiración, sino porque se dejaron incógnitas sin resolver que veinte años después queremos saber.

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