El candidato del PSC obtuvo una amplia mayoría con 42 escaños, mientras Pere Aragonès anuncia su adiós y Puigdemont lanza su candidatura a ser investido

Cataluña se reunió ayer, domingo 12 de mayo, en torno a las urnas para decidir, según había anunciado el actual presidente en funciones, Pere Aragonès, un nuevo Gobierno que soliviantase los problemas internos que se habían generado, en gran parte, por la indecisión a la hora de pactar unos Presupuestos Generales cuyo fracaso venía propiciado por la construcción de un enorme casino de la firma estadounidense Hard Rock en suelo catalán. Esta votación, sin embargo, y como ocurrió con la del País Vasco, puede gozar de un efecto más allá de la política autonómica y repercutir en las decisiones del Gobierno central, cuyos pactos aún penden de un hilo.

El candidato del Partido Socialista Catalán (PSC) y exministro de Sanidad, Salvador Illa, ganó con una amplia mayoría que le permitiría posicionarse como primera opción para la investidura y que incluso ahuyentaría a la competencia nacionalista de Esquerra Republicana y Junts per Catalunya, cuyos resultados, lejos de ser óptimos para conformar una mayoría, han dejado a más de uno en duda. Es por tanto que aparece un dilema con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quien, a pesar de pertenecer a la misma formación que Salvador Illa, tiene una cuenta pendiente con sus socios independentistas.

El actual presidente del Parlamento catalán, Aragonès, que pronto dejará de serlo, ha anunciado su renuncia a todos los cargos, después de un batacazo que ha supuesto que ERC descienda trece escaños, desde los 33 de 2021 hasta los 20 de este fin de semana. La otra gran fuerza independentista, Junts, con el placebo que radicaba en la candidatura del expresidente Carles Puigdemont como candidato a la Generalitat, ha superado el resultado obtenido hace tres años y se coloca en los 35 escaños, un segundo lugar desde el que Puigdemont asegura que luchará por la investidura.

He ahí posiblemente el dilema en el que se encuentra Pedro Sánchez, que, aunque ha felicitado a su colega y exministro Illa, sabe que le debe un favor a Puigdemont, quien, desde Bélgica, le echó una mano – y unos votos – para ser presidente.

Por otra parte, el partido que más ha subido con respecto a los últimos comicios ha sido el Partido Popular, que, de unos escasos tres escaños en 2021, ha logrado ascender hasta los quince, de la mano de un Alejandro Fernández que en todo momento ha estado muy acompañado del líder nacional de la formación, Alberto Núñez Feijóo.

Vox queda con 11; los comunes, con 6; CUP, con 4; y AC, con 2.

La encrucijada de Sánchez es la siguiente: o admite a Illa como claro ganador de una Cataluña que en los últimos meses, y a pesar del ir y venir de la ley de amnistía, ha dejado caer una cierta apatía hacia el independentismo, o remite su confianza a un Puigdemont que permanece huido y que luchará con uñas y dientes por ser reelegido president. Y si bien sabemos que el papel de Sánchez es cuando menos nulo o invisible, no cabe menospreciar que quizá una de sus promesas a los socios catalanes sea la concesión del poder autonómico para poder liderar un nuevo referéndum, lo que haría que Sánchez se comunicase con Illa para pedirle una “carta blanca” al independentismo.

En cambio, en una labor matemática, se deduce que el PSOE podría optar a los 68 escaños que validan la mayoría absoluta como principal candidato. No obstante, ERC acaba de confirmar que no apoyará a los socialistas, lo que haría que se produjera una tensa partida de ajedrez en la que ambos bandos – nacionalistas y patrióticos (o supuestamente patrióticos) – tuvieran que olvidar ideologías y mezclar izquierdas con derechas para erguir un nuevo ejemplo de lo que ya es la política española: un Frankenstein camuflado de política de diálogos. El PSOE podría recurrir al PP si se ve en un gran apuro (aunque es muy difícil que eso pase) y la izquierda y derecha independentistas se aliarían para romper el bloque central.

Con todo aún por ver, la disputa estará entre Salvador Illa y Carles Puigdemont, dos perros viejos de la política que se enfrentarán por el poder de la Generalitat. Y no olvidemos que el segundo aún no puede entrar en España y que, el próximo 9 de junio, se celebran las elecciones al Parlamento europeo, en las que Puigdemont no sabemos si se presentará.

Gráfico propio.

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