Más de dos horas de partido en la Philippe Chatrier. Carlos Alcaraz y Alexander Zverev disputaban el tercer set de la final de Roland Garros, empatados a uno. Carlitos había roto el saque de Zverev y mantenido el suyo. Un marcador de 5-2 favorecía al murciano, tan solo tenía que ganar un juego más para llevarse el set y tener la posibilidad de cerrar la final en el cuarto.

Poco tiempo después, ese mismo marcador se cambió por un 5-7 que adelantaba al alemán. Ahora, Alcaraz estaba obligado a ganar el cuarto set y forzar el quinto, donde se decidiría la final. Fue ahí, tras los cinco juegos seguidos de Zverev, cuando un comentario de mi padre resonó diciendo: “Este chico todavía tiene que madurar”. Razón no le faltaba, Alcaraz acababa de complicarse una final que tenía en su mano.

El partido acabó como todos ya sabemos y, después de cuatro horas, Alcaraz levantó su primera Copa de los Mosqueteros al cielo de París. Sin embargo, aquel comentario sobre la madurez siguió dentro de mi cabeza. Efectivamente, Carlitos todavía tiene que madurar, pero, con tan solo 21 años, es el tenista más joven en ganar tres Grand Slam en superficies diferentes, un récord que le pertenecía a un Rafa Nadal de 22 años. Alcaraz primero lo hizo en 2022, ganando el US Open. Un año después conquistó Wimbledon frente a Novak Djokovic. Este año, la tierra batida de París le ha visto coronarse en su torneo favorito y cumplir el sueño que tenía cuando era tan solo un niño.

Es verdad, Alcaraz todavía tiene que madurar, pero los expertos no se cansan de elogiarle. John McEnroe, leyenda del tenis y ganador de siete Grand Slam, declaró al inicio de este torneo que Alcaraz a veces se muestra “indeciso”, pero cuando está bien es capaz de ganar “en cualquier superficie”. “Es el mejor tenista que he visto a su edad”, afirmó McEnroe. Boris Becker, ganador de seis Grand Slam, también se rindió a Alcaraz tras su victoria y lo comparó con el Big Three: “En mi opinión, es mejor a los 21 años de lo que eran Nadal, Djokovic o Federer a la misma edad”.

Carlitos todavía tiene que madurar, pero a su corta edad ya es un ejemplo de actitud y resiliencia. El domingo jugó su decimosegundo partido a cinco sets, de los cuales ha ganado once, incluidas dos finales de Grand Slam y su partido anterior, las semifinales contra Sinner. Tras aquel choque, Alcaraz comentó la importancia de “disfrutar sufriendo” en partidos así, marca registrada por Rafa Nadal hace muchos años.

Además, Alcaraz tiene un dato de efectividad muy favorable en las finales. El murciano ha dicho en alguna ocasión que las finales “no se juegan, se ganan”, un lema que comparten los grandes, y los números avalan su determinación. De las nueve finales que Alcaraz ha disputado en torneos importantes ha salido victorioso en ocho ocasiones. Tan solo perdió el Masters 1000 de Cincinnati frente a Djokovic el año pasado.

Teniendo en cuenta el resto de torneos, Alcaraz ha ganado 14 de 18 finales, un dato que lo coloca como el tercer jugador con mejor efectividad (77,77%) en las finales desde la Era Abierta, cuando en 1970 se unificaron todos los torneos bajo una misma organización. Sin embargo, los dos jugadores que superan a Alcaraz no están en sus mismas condiciones. Thomas Muster, ya retirado, tan solo disputó una final de Grand Slam, mientras que Hubert Hurkacz todavía no ha disputado ninguna.

Alcaraz todavía tiene que madurar, pero también hay que reconocerle al murciano su capacidad para ilusionar a todo un país. Ante el inminente final de la inigualable y legendaria carrera de Rafa Nadal, Alcaraz ha cogido el relevo del mallorquín y ha ilusionado a todo un país de nuevo. Todo ello sin caer en la muy injusta comparación que supondría enfrentar a Carlitos con el mejor deportista de la historia de España.

Ahora, Alcaraz tiene por delante Wimbledon y los Juegos Olímpicos de París, donde podría jugar junto a Nadal en dobles. Y más aún, su mayor reto es mantener el nivel en lo más alto del tenis durante los próximos 15 o 20 años, además de cuidar su físico y esperar que éste también lo respete a él. En definitiva, claro que sí, Alcaraz todavía tiene que madurar. Sería una insensatez negarlo a su corta edad, pero, dicho todo esto, bendita inmadurez la de Carlos Alcaraz.

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