Los líderes de las llamadas siete potencias mundiales han mantenido unos días de encuentro en Italia, de la mano de una Giorgia Meloni anfitriona y con una invitación histórica al sumo pontífice, el papa Francisco.

Una mesa redonda con decenas de periodistas alrededor, un Biden supuestamente despistado y una batalla de furtivas miradas entre los polarizados bandos que resultaron más separados que nunca después de las elecciones al Parlamento Europeo del pasado 9 de junio. Ese podría ser un acertado resumen, a modo de tweet, sobre las recientes jornadas italianas en las que el G7 ha debatido sobre derecho internacional, defensa a Ucrania, medidas contra el aborto, migración y advertencia a los enemigos comunes de Occidente.

Resulta curioso cuando menos advertir que, justo cuando más fragmentado se encuentra el seno del Viejo Continente, después de unos comicios a la Unión Europea en los que la participación ha sido poco mayor que escasa y la tan famosa polarización ha anegado unas urnas que parecen haber terminado por dividir a las derechas, las izquierdas, los ultras y un sinfín de adjetivos descalificativos – más que calificativos – más que han inventado los líderes de congresos y espacios políticos, los cabecillas de Occidente se reúnan con aparente armonía en una Italia que hace las veces de sede de la diplomacia internacional.

Y es que, en medio de una crisis que poco a poco se ceba con los dirigentes a los que les toca la hora – si bien igualmente se puede entender que esto forma parte del cíclico transitar de cualquier político –, los socios mundialmente conocidos como G7 – o grupo de siete mayores potencias económicas (y añado, eludiendo a los enemigos del capitalismo) – han mantenido unas jornadas de integración que quedan marcadas por la conclusión de luchar contra los destructores de la paz; defender y financiar a Ucrania; amenazar a Irán, Rusia y Venezuela; y aliar fuerzas para los retos que plantea el complejo entramado global.

La primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, ha dado la bienvenida a los líderes de Estados Unidos, Canadá, Francia, Alemania, Reino Unido y Japón, así como a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, y el jefe de Estado de Ciudad del Vaticano y papa, Francisco I. Las reuniones han dejado momentos anecdóticos, como la primera aparición de un sumo pontífice en una cumbre de estas características, los pasos enajenados de un desorientado Biden, las miradas poco amistosas entre Meloni y Macron, o el canto de feliz cumpleaños al canciller germano, Olaf Scholz.

Más allá de lo rimbombante que sobre estos titulares pueda florecer, cabe recalcar que la cita del G7 ha traído consigo varias conclusiones.

Ucrania

En primer lugar, la donación de 46.000 millones de euros a Ucrania, generados a través de los intereses congelados de los activos rusos principalmente en organismos y países de la Unión Europea. En 2022, Estados Unidos y el órgano comunitario europeo inmovilizaron 260.000 millones de euros de entidades bancarias rusas que estaban depositados sobre las arcas de la UE y otros bancos europeos. Sin embargo, no es este dinero el que se está entregando en forma de préstamo a Ucrania, sino los beneficios que han nacido de este capital en movimiento, una cantidad nada despreciable de la que se van a extraer importantes cantidades para el apoyo al país de Zelenski. Estados Unidos donará asimismo una elevada cuantía de estos 46.000 millones, que, después del sí del G7, deben pasar por la aprobación mayoritaria de la cámara de Bruselas.

Aborto

Otro de los asuntos que ha supuesto una discrepancia dentro de las mesas redondas ha sido la disputa entre Giorgia Meloni y el presidente francés, Emmanuel Macron, por, aparte de su heterogeneidad de pensamiento político, el tema del aborto.

Macron dijo que Francia había votado para consagrar el derecho al aborto en la constitución del país, pero que los italianos no tenían la “misma sensibilidad”.

Meloni, opuesta al aborto, ha señalado que reiteran su compromiso con el “acceso universal a servicios de salud adecuados, asequibles y de calidad para las mujeres, incluida la salud y los derechos sexuales y reproductivos integrales para todos”, en una declaración que Francia y Estados Unidos tachan de errónea por no utilizar el vocablo aborto.

Meloni dijo que el motivo de la omisión de referencias al aborto en el texto más reciente era completamente normal y un intento de evitar que el documento se volviera demasiado repetitivo.

La italiana, que dirige el partido de derecha Hermanos de Italia (FdI), nunca ha ocultado su oposición al aborto. Antes de ser nombrada primera ministra en 2022, prometió “dar el derecho a tomar una decisión diferente a las mujeres que piensan que el aborto es la única solución”. Si bien es técnicamente legal en Italia, el acceso al aborto sigue siendo irregular debido al gran número de personal médico que se identifica como “objetores de conciencia” y, por tanto, puede negarse a practicarlo.

China

El G7 ha asegurado que el apoyo de China a Rusia está “permitiendo” su guerra en Ucrania, al tiempo que amenazaron con nuevas sanciones contra los actores que apoyen materialmente la maquinaria de guerra de Moscú.La severa advertencia se produce mientras Estados Unidos está intensificando sus esfuerzos diplomáticos para convencer a Europa de adoptar una postura más dura hacia China sobre su papel en la ayuda al sector militar e industrial de Rusia

“El continuo apoyo de China a la base industrial de defensa de Rusia está permitiendo a Rusia mantener su guerra ilegal en Ucrania y tiene implicaciones de seguridad significativas y de amplia base”, dijeron los líderes del G7 en el comunicado del viernes. Y añadieron: “Pedimos a China que cese la transferencia de materiales de doble uso, incluidos componentes y equipos de armas, que son insumos para el sector de defensa de Rusia”.

Los líderes también amenazaron con nuevas acciones, incluidas sanciones, para castigar a las entidades chinas que, según dicen, están ayudando a Rusia a eludir los embargos occidentales.

“Continuaremos tomando medidas contra actores en China y terceros países que apoyan materialmente la maquinaria de guerra de Rusia, incluidas instituciones financieras, consistentes con nuestros sistemas legales, y otras entidades en China que facilitan la adquisición por parte de Rusia de artículos para su base industrial de defensa”, manifestó el grupo.

Los funcionarios estadounidenses han acusado a China de ayudar a Rusia a expandir la fabricación militar, incluso a través de exportaciones como semiconductores, materiales y máquinas herramienta que, según dicen, están permitiendo a Moscú aumentar la producción de tanques, municiones y vehículos blindados.

Beijing ha refutado la acusación, diciendo que no ha proporcionado armas a ninguna de las partes y mantiene estrictos controles de exportación de productos de doble uso. Estados Unidos y la Unión Europea ya han impuesto sanciones a las empresas chinas, y esta semana Estados Unidos impuso nuevas sanciones a las empresas con sede en China que suministran semiconductores a Rusia. “China no suministra armas, pero sí la capacidad de producir esas armas y la tecnología disponible para hacerlo”, dijo el jueves el presidente estadounidense, Joe Biden, en la cumbre. “Así que, de hecho, está ayudando a Rusia”.

Biden y Gaza

La salud del POTUS, Joe Biden, preocupa, y mucho. O al menos eso es lo que pretende hacer un sector de los medios de comunicación que incesantemente ofrecen imágenes del presidente disociando, perdiendo el hilo de conversaciones, con fallos al hablar y hasta con rostro de sueño y olvidos más propios de un anciano que del líder político de Estados Unidos. Y lo cierto es que Biden con 81 años ha dado muestras de su vejez, una edad que no obstante no es tan alarmante como muchos quisieran evocar. Y es que, lo que durante el G7 se publicó como un gesto de una preocupada Meloni tratando de reorientar al inquilino de la Casa Blanca ante el despiste del estadounidense, fue realmente un truco periodístico, una trápala histórica y figurada que se basó en únicamente enseñar aquello que grababan las cámaras de un lado. Mientras tanto, las cámaras del lado contrario ofrecían una imagen muy distinta del Biden que algunos querían hacer parecer perdido o mareado; se veía pues que, en un acto en que varios paracaidistas caían al suelo, el norteamericano trataba de indicar a uno de ellos cómo aterrizar, motivo por el cual se separó momentáneamente del grupo donde algunos le lanzaban una sospechosa y hasta incrédula mirada.

Si por algo ha destacado la intervención de Biden en este G7, lejos de resaltar por sus supuestos olvidos seniles, ha sido por sus reiterados comentarios contra la violencia rusa. Su estrategia comunicativa se vino abajo, sin embargo, cuando uno de los invitados especiales a los tres días de reunión, Volodímir Zelenski, le preguntó por el pacto de armisticio para Gaza que presuntamente había diseñado hace unas semanas y que aún no se ha cumplido. El presidente, algo aturdido por la pregunta, respondió: “Me gustaría que siguieran un poco las reglas”, cuando se le pidió información actualizada sobre el destino del acuerdo de alto el fuego en Gaza que anunció el mes pasado pero que aún no ha sido aceptado públicamente por Israel. Biden reiteró la postura de Estados Unidos de que la propuesta había sido respaldada por el Gobierno israelí, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y el G7, y que el retraso era de Hamás.

“Estoy aquí para hablar sobre una situación crítica en Ucrania”, dijo Biden. “Me estás preguntando otro tema. Estaré feliz de responderla en detalle más adelante”.

Papa Francisco

El papa Francisco fue uno de los invitados de honor de esta cumbre económica, donde se le encargó la labor de dirigir unas palabras sobre una de las realidades más candentes del momento: el emerger de la inteligencia artificial. Francisco desarrolló que “una tecnología tan poderosa corre el riesgo de convertir las relaciones humanas en algoritmos”. Antes del encuentro, el Papa también mantuvo varios encuentros bilaterales con los líderes presentes en Borgo Egnazia.

“Frente a las maravillas de las máquinas, que parecen saber elegir de forma autónoma, debemos tener claro que el proceso de toma de decisiones, incluso cuando nos enfrentamos a sus aspectos a veces dramáticos y urgentes, siempre debe dejarse en manos de los humanos”, expresó el papa, que continuó: “Condenaríamos a la humanidad a un futuro sin esperanza si priváramos a las personas de la capacidad de decidir sobre sí mismas y sobre sus vidas, condenándolas a depender de las decisiones de las máquinas”.

Conclusiones

La anfitriona de este evento, Giorgia Meloni, declaró que, en un documento, se establecerían las conclusiones concernientes a temas como Ucrania, China, fondos europeos, pactos internacionales y migración. “Con la declaración final, el G7 ha asumido algunos compromisos específicos. Seguiremos apoyando a Ucrania, hemos optado por sistematizar nuestros esfuerzos y las diferentes líneas de acción con un enfoque de 360 grados para ayudar al pueblo ucraniano a mirar hacia el futuro. El G7 ha reafirmado este compromiso, ha llegado a un acuerdo para un apoyo financiero adicional vinculado a los beneficios adicionales derivados de los activos rusos inmovilizados en nuestras jurisdicciones”, analizó Meloni en un vídeo al final de la segunda jornada del G7.

Y agregó que “en la declaración también hay una convergencia total sobre el conflicto en Oriente Medio. Confirmamos nuestro apoyo a la propuesta de mediación de Estados Unidos para un alto el fuego inmediato en Gaza, la liberación de todos los rehenes y un aumento significativo de la asistencia humanitaria a la población civil en la Franja de Gaza”.

“Por primera vez en la historia, también hablamos de manejar los flujos migratorios”, añadió la primera ministra, que pone así la guinda a unas jornadas entre las siete mayores potencias del mundo que se recordará durante un tiempo.

Estos días, se celebrará en Suiza una cumbre por la paz en Ucrania, con asistentes dispares como el presidente español, Pedro Sánchez, y su homólogo en Argentina, Javier Milei.

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